Es un alimento indispensable en una dieta sana y equilibrada. Aquí se enumeran algunas de sus propiedades nutritivas:
Los garbanzos aportan hidratos de carbono complejos de absorción lenta. Son los más recomendables, puesto que producen una asimilación gradual de la glucosa. Esto evita el desequilibrio de los niveles de azúcar en la sangre y genera una energía constante.
Aportan gran cantidad de proteínas pero al mismo tiempo son muy pobres en grasas saturadas, por lo cual contribuyen a regular el colesterol. Al combinar garbanzos con cereales (arroz, cuscús, etc.) La calidad de sus proteínas mejora.
Proporcionan notables cantidades de fibra, cosa que mejora el tráfico intestinal y contribuye, además, que la absorción de los hidratos de carbono sea todavía más lenta. Los garbanzos aportan muchos minerales, sobre todo fósforo, hierro y magnesio.
Son especialmente ricos en vitaminas B1, B6 y ácido fólico. El garbanzo es un alimento apto para todo tipo de personas, pero en algunos casos su consumo se hace más conveniente. La aportación de carbohidratos y proteínas lo hacen muy adecuado para estados de astenia, niños, adolescentes y personas que realizan esfuerzos físicos, como los deportistas. Por su elevado contenido en potasio y la escasa presencia de sodio, el garbanzo favorece la diuresis o excreción de la orina. Esto es beneficioso en casos de hipertensión arterial, litiasis renal y cuando se quiere eliminar un exceso de ácido úrico.
El garbanzo es bueno para el estómago. Por su riqueza en fibra, también ayuda a las funciones del intestino, combatiendo el estreñimiento y los parásitos intestinales. A causa de su notable contenido en magnesio, fósforo y vitaminas del grupo B, necesarios para el sistema nervioso y muscular, el garbanzo es adecuado para afrontar situaciones de tensión psicofísica y de estrés.